lunes, 28 de diciembre de 2009

La nube que trae un viento,
Las palabras que traen pena,
Otras palabras las limpian
Otro viento se la lleva.

Si unos ojos se te niegan
Cuando les das tu mirada,
Tú no dejes de mirarlos
Espera.
También se marcha la luz,
Y aguardan las infinitas
Miradas de las estrellas,
Toda la noche, a que vuelva.
La luz es dicha redonda.
No se va; cuando se va,
Va camino de su vuelta,
A los ojos que alumbró.
La luz nunca estará muerta.
Si escapa de entre tus manos
Esas manos que has tenido
Tanto, tanto tiempo en ellas,
Ajustadas a tu sueño,
Como el río a sus riberas,
No las cierres.
El agua es fiel a su cauce,
Él, solo, puede adentrarle
Por sus caminos seguros
Al destino que le espera.
De tierra tus manos son,
Tenlas abiertas
Lo mismo que el cauce tiene
La otra, la suya, su tierra.
Volverán agua y amor:
A nadie deja vacías
Las manos la primavera.

Si es que tu besar se encuentra
Sin labios que le besaban,
No es que tu boca se esté
Ya para siempre soltera.
Los pájaros tienen alas
Que del árbol se los llevan.
Pero las ramas
De donde arrancó ese vuelo
Saben lo que va a pasar
Cuando echen las hojas nuevas.
Esos labios que no quieren
Volverán a su querencia:
La boca en que se posaron
Sus besos por vez primera.
No desesperes, amor,
Tú tendrás lo que deseas
Si eres amor, de verdad
Lo imposible siempre llega.
Felicidad. Destilada
Por el tiempo en sus colmenas,
Por horas que van y vienen
Por el aire, o son abejas.
Aprende paciencia, amor:
El mundo es hechura alegre
De una celeste paciencia.
Ni los estrelleros saben
Cuánto siglo sobre siglo
Ha tardado esta belleza.
Y ahora, tan hermoso todo,
Donde se posan los ojos
Te espera una recompensa
Mira:
Aquí tienes a la rosa,
Ayer cerrada, hoy abierta

(Pedro Salinas)

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